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Púrpura

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  Aquella mañana, Azahara salió dispuesta a comerse el mundo. Tenía una entrevista de trabajo y, en su interior, un montón de nervios. De hecho, estaba tan nerviosa que hasta había olvidado qué día era. Se dirigió a la oficina y se sentó en la sala. Miró a su alrededor y vio a más mujeres allí, todas de igual aspecto, con el mismo tipo de vestimenta. La pierna empezó a temblarle por el paso de las horas, por la ausencia de algún sonido de llamada, por el rugido de su estómago o el sudor de su frente.  Cuando la paciencia ya la desbordó y a penas había hecho amago de levantarse, se abrió la puerta; un hombre trajeado apareció y, sin ni siquiera saludar, le preguntó: << señorita, para ir acortando... ¿Tiene usted intención de quedarse embarazada de aquí a un año?>> Su cara era un poema. Le sonrió y se fue. En su mente aún resuenan esas palabras. Pensó << es increíble que, en pleno siglo XXI, pasen estas cosas>> .  (Taller de relato breve - tercer tra...

Níveo

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  <<Aquella mañana se sentía con ganas de vivir aventuras...>> Salgo de casa con el abrigo y una pequeña bolsa. Cuando llego al rellano, me encuentro con una multitud que grita escandalosamente, pero no soy capaz de entender lo que dicen. Me aproximo un poco y me percato de que ése no es el rellano de mi edificio. Recuerdo perfectamente las paredes de gotelé y los cuadros con temática propagandística, así como los buzones, de un caoba desconchado. El espejo con una esquina quebrada o la escalera a la que le faltaba un peldaño. También recuerdo un gran ventanal que daba a la calle, pero en su lugar, ahora, hay una interminable pared de mármol blanco. Su tacto es frío. Tras unos minutos, el griterío cesa y empieza una sucesión de murmullos armónicos y singulares que captan mi atención. Todo el mundo se queda mirándome. Sin duda alguna, yo no vivo allí. ¿Usted qué cree que significa, doctor? (Taller de relato breve - segundo trabajo) [Micro-relatos y algo más] Escrito por ...

Arrebol

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Maya era una de esas personas que deseas tener en tu vida. Tenía una energía tan intensa que te contagiaba casi de inmediato. Siempre solía verla con su pelo cobrizo recogido y aquellos ojos oceánicos delineados en un verde aguamarina. A veces, incluso pintaba sus labios en un fuerte bermellón, a conjunto con su personalidad cautivadora. Ni siquiera su leve tartamudeo conseguía que dejaras de mirarla; esa amplia sonrisa, describiendo cada detalle de su existencia, lograba hipnotizarte por completo. Maya era una de esas personas con las que podías contar, aun cuando su mundo se derrumbaba o las lágrimas brotaban cual corazón roto. En uno de sus últimos días me tomó de la mano y me confesó que tenía miedo de que los demás la olvidaran. Yo, con voz temblorosa, le prometí que eso jamás pasaría, pues su huella era tan profunda que, ni pasando mil años, conseguirían borrarla. No se puede olvidar a quién te ha cambiado la vida.  (Taller de relato breve - primer trabajo) [Micro-relatos y a...

Efímero

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Hace tiempo que dejé de quererte. Y, aunque por una parte no era lo que pretendía, no podía obviar el sentimiento de abandono que deja el silencio, las palabras que no se dicen. Hace tiempo que comprendí que lo nuestro tenía que ser así, efímero, como los buenos momentos cuando eres feliz. Hace tiempo que ya no apareces en mi mente por las noches, abrigándome cuando hace frío, arropándome como una gran manta que genera calor. Hace tiempo que prometí olvidarte y me cuesta. Me cuesta incluso cuando he sido tan poco para ti y tú tanto para mí. Cuando conseguiste que perdiera la vergüenza y me lanzara a la vida con ilusión, sintiéndome libre. Hace tiempo que aprendí a no esperar nada de nadie. A aceptar lo que tuviera que pasar, aun si ello suponía quedarme sola. Hace tiempo que descubrí lo que valgo, aquello de lo que soy capaz. Y no quiero desperdiciarlo. Hace tiempo, y a penas un segundo, se detuvo el reloj. [Micro-relatos y algo más] Escrito por  Sara López ...

Acuarela

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¿Imaginas tener a alguien a quien poder abrazar? ¿Alguien que se alegre de verte? ¿Alguien a quien no le importe esperarte si con eso compartís el mismo aire? Yo, a veces, me lo planteo. Sentada frente a la ventana, mirando al infinito, con tantas cosas para dar y tan poca gente dispuesta a recibir. El café acaba por enfriarse, así como mis ganas por seguir intentándolo. Y es que incluso, después de tantas decepciones, aún siento ese escalofrío que recorre el cuerpo cuando conoces a alguien. Es cierto que no se vive mal estando soltero, que tienes tiempo para ti y para descubrirte. Pero seamos sinceros, a todos nos gusta sentir amor, sentirnos queridos. Saber que inspiramos ese sentimiento en alguien. Todos queremos enamorarnos locamente. Experimentar tantas cosas como nos sea posible. Vivir con emoción aquellos momentos compartidos. Congelar recuerdos para que perduren eternamente. Dejar nuestra huella en la tierra, y, por qué no, en alguien. O en muchos más. Nuestra feli...

Confidencias

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Cuando era pequeña no le daba importancia al hecho de que la gente tuviera o no aprecio por mí, pues sentía que, en mi entorno, al ser una niña, todo el mundo me quería. Con el paso de los años esa percepción cambió bruscamente. Los chicos me llamaban "fea" en el instituto, no dejaban de criticar mi aspecto. Y que fuera una 'friki' empollona no ayudaba en absoluto. Pero aún así pensaba que sería diferente cuando fuera mayor, cuando me desarrollase. ¡Qué equivocada estaba! En el centro donde hice bachiller era prácticamente invisible en ese aspecto. La gente sabía quién era pero no había ni un ápice de interés por su parte en conocerme. Siempre he sido una persona con grandes aficiones. Cuando hablaba con otras chicas éstas decían que, con mis gustos y mi forma de ser, seguro que le gustaba a los chicos. Que ojalá ellas pudieran tener eso para que les prestaran atención. Ni por asomo. Yo nunca he sido de esa clase de chica. Del tipo de chica en la q...

A veces, es mejor quedarse callado...

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Solía pensar que todos tenemos nuestro momento para dejar este mundo. Para juntar a nuestros seres queridos y decirles que, aunque los echaremos de menos, no deben estar tristes. Uno de esos momentos en los que asumes que tu fin está próximo y que no hay nada que puedas hacer para evitarlo.  Sentada en la sala de espera de la Unidad de cardiología veía a la gente pasar. Gente de muchas edades diferentes. ¿Estarían en la misma situación que yo? Eso no lo podía saber, ni siquiera observando sus rostros, pues el dolor nos transforma, y más aún el dolor ajeno. Nos da una lección de humanidad. Hay quien lo llama empatía. Yo solía llamarlo esencia. Incluso cuando crees que tu mundo se va a desvanecer, ocurre algo que evita que te eches a atrás. Casi como una reacción involuntaria de la vida que nos impide ser cobardes. A veces, es mejor quedarse callado, aun cuando reclamas a gritos que te escuchen. Pero no podía sospechar cuán traicionero era el destino. Éste te atrap...