Y esa tentación que generas con sólo mirarte...

Jamás te engañé. Sólo fui la sombra de tu malestar. Sólo una mísera sombra que se perdía en la oscuridad. Pero siempre te amé. No te imaginas lo difícil que fue no pensar en ti. En ese rostro tan puro. Esos labios tan carnosos. Esos ojos oceánicos. No fui egoísta. ¿No lo ves? Te entregué mi corazón; eras dueña de mí. Y acaparaste mi alma. Estaba poseído. Anhelaba sentir tus piernas sobre las mías. Tus besos llenos de calor. Tu voz diciéndome que fuera tuyo. [Perteneciente al conjunto de relatos y textos Secretos del alma ] Escrito por SaraLópez. Att: SMB.