C'est la vie...


                                                    


A veces pienso que todo esto no merece la pena. Conoces a alguien y sin darte cuenta empieza a formar parte de tu rutina. Hablas con esa persona tanto que incluso parece que llevéis toda la vida haciéndolo. Es curiosa esa sensación. Cómo dos extraños conectan tan sólo por la manera que tienen de ver la vida y lo que hay a su alrededor. Y eso me hace gracia. Eres incapaz de dejarlo porque te gusta, te gusta porque es diferente y es diferente porque te hace sentir única y especial, como nunca antes te habías sentido.

Me paré frente a la ventana y observé el mundo. Hay tantas vidas diferentes y al mismo tiempo tan iguales. Los niños jugando en el parque peleándose por una pelota de plástico. Las madres gritando porque no quieren que sus hijos aprendan malos valores. No quieren que en un futuro sus hijos arruinen su vida por algo que no merece la pena.

La vida es tan corta. Tan corta e insignificante que me da miedo. Y me aterra la brutalidad con la que actúa la naturaleza humana. Un día sales con tus amigos a comprar algo y nunca vuelves. Nunca vuelves porque alguien decidió que tenía que ser así. Alguien que, en absoluto, tiene control sobre tu vida. Ni sobre la de nadie, salvo la suya propia. Y convierte la vida de quienes están a tu lado en un auténtico infierno. Y esa es una de las mayores injusticias que existen.

Comprendo que cosas así deban pasar para que uno se mentalice de que hay que disfrutar todo lo posible. Pero hay personas que no merecen ni siquiera que las mires. Ni siquiera merecen que pienses en ellas. Porque su forma de actuar es tan monótona que aburre. Que no te deja respirar porque sientes que te ahogas y nadie está para ayudarte. Porque nadie merece el perdón si con ello evita el sufrimiento que así mismo se ha causado.

Invito a las personas con una intención en la vida a que la aprovechen y la exploten. Un día te levantas y te das cuenta de que el mundo sigue, de que el mundo está girando y tú aún sigues sentado. Y o reaccionas o te hundes. Y te hundes en un pozo tan profundo que jamás saldrás de él.

Me arrepiento de tantas cosas. Y me alegro por otras tantas. Mi vida es como un remolino. Acoje tanto y elimina tanto que ya no sé ni lo que tengo. Ni lo que es mío. Ni lo que en su momento me perteneció. Sólo sé que o me detengo y salgo de él o me quedaré volando enternamente.



[Perteneciente al conjunto de relatos y textos Secretos del alma]
Escrito por SaraLópez.
Att: SMB

Comentarios

Entradas populares de este blog

Púrpura

Acuarela

Efímero