Siempre...

Siempre quise saber cómo era tu sonrisa, cómo restabas importancia a los problemas tan sólo para ser feliz. Siempre quise saber cómo eran tus besos, cómo tus rosados y carnosos labios hacían soñar a cualquier hombre. Siempre quise saber cómo eran tus caricias, cómo tus suaves y delicadas manos se deslizaban despacio sobre la piel. Siempre soñé con tus ojos: aquellos ojos azules, profundos, enigmáticos, oceánicos. Siempre soñé con oír tu voz cada mañana: esa maravillosa voz, esa voz de ángel, como si estuviera continuamente en un sueño. Siempre soñé con hablarte, con decirte lo mucho que me atraías; lo mucho que me conmovían tu fuerza, tu personalidad, tu carisma. Siempre soñé con estar a tu lado: levantarme todos los días sintiéndote junto a mí, sumergidos en un amor duradero y auténtico. Siempre soñé con tocarte, con besarte, con cuidarte. Siempre deseé ser valiente: acercarme a ti y confesarte lo profunda y locamente enamorado que estaba. Es de esas veces que dejas algo para...